Autor: Hannah Bonam-Young
Temática: General
Descripción: Nota del autor Solo cinco días después de que naciera mi primer hijo, publiqué el siguiente pie de foto en Instagram… «Lo único que siempre he pensado que no podía hacer con una sola mano era ser una buena madre. Puede que no sea racional, pero cada vez que oía algún comentario tópico sobre que las madres necesitan un par de manos extra, se me revolvía el estómago. Al crecer, a menudo los adultos no me dejaban cargar a sus bebés por miedo y, en algún momento, me lo tomé muy a pecho. Me he aferrado a esta inseguridad y no la he abordado hasta esta semana. Ahora, me gustaría decir que los diez dedos están sobrevalorados, porque este niño y yo tenemos algo bueno hasta ahora». Hacía menos de una semana que había sido madre y, sin embargo, me sentía como si hubiera experimentado todas las emociones humanas posibles bajo el sol. Me estaba recuperando física y mentalmente de un parto traumático y un embarazo difícil. Me dolían los pezones, me dolía el cuerpo y estaba convencida de que mi vagina nunca volvería a ser la misma. Y sin embargo… era tan, tan ridículamente feliz. No solo por el bebé que habíamos traído a casa (que es estupendo), sino porque me equivoqué al tener miedo. Porque ellos estaban equivocados. Yo era absolutamente capaz de ser una buena madre. Yo, como Win, nací con mi extremidad diferente. Tengo una mano derecha menos desarrollada que es idéntica a la de Win, como se describe en este libro. Y aunque he hecho todo lo que he podido a lo largo de mi vida para que esto no me frene, lo cierto es que me ha supuesto un reto. Siempre he intentado hacer en privado cosas que